BUENAS NOTICIAS
El primer escritor que recogió la actuación y el mensaje de Jesús, lo resumió todo diciendo que Jesús proclamaba la “Buena Noticia de Dios”. Más tarde, los demás evangelistas emplean el mismo término griego (euanggelion) expresando la misma convicción: en el Dios anunciado por Jesús, las gentes encontraban algo “nuevo” y “bueno”.
Galilea era una región tan pobre, tan abandonada y tan mal vista, en tiempos de Jesús y bastante después, que llamarle a alguien “galileo” era un insulto. A los seguidores de Jesús, antes de llamarlos “cristianos”, les decían despectivamente los “galileos” (Hch 2, 7). Era un lugar de revueltas políticas, lo que hacía más sospechosas a sus gentes. Se sabe que Pilatos mandó asesinar a un grupo de galileos que ofrecían sacrificios religiosos (Lc 13, 1).
En aquel país de “paganos”, de “oscuridades y sombras de muerte” (Is 8, 23; 9, 1), es precisamente adonde Jesús escogió vivir, convivir y presentar entre ellos su evangelio. Para Jesús la salvación viene de abajo, así como la historia se hace desde las víctimas. Los que hacen la historia son los esclavos, los trabajadores, los asalariados (y mal pagados), en aquellos cuyos nombres no figuran en ninguna parte. El trabajo, la honradez, el desinterés, la fuerza que mueve la vida y crea progreso; tales cosas decisivas vienen siempre de los “nadies”.
En el Evangelio de Jesús, los creyentes nos encontramos con un Dios, desde el que podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad, que es Amor. Es bueno para mí, no sentirme solo y perdido en la existencia, ni en manos del destino o el azar. Tengo a “Alguien” a quien puedo agradecer la vida. En Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras torpezas, nos da fuerza, para defender nuestra libertad sin terminar esclavos de cualquier ídolo; para no vivir siempre a medias ni ser unos “vividores”; para ir aprendiendo nuevas y más humanas formas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de amar. Es bueno para mí, poder contar con esa fuerza de mi pequeña fe en ese Dios liberador.
En Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad, para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que hemos de contribuir a una vida más digna. Es bueno para mí, creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos. Con Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes y nuestros deseos más íntimos, alcanzarán su plenitud en Dios. A mí me hace bien vivir y esperar mi muerte con esta confianza.
Creer en Jesús es seguirle. Seguirlo es inspirarse en él para continuar hoy, de manera responsable, la apasionante obra de «redención del hombre» comenzada con él y por él. Asumir las grandes actitudes que dieron sentido a su vida y vivirlas hoy, de manera creadora, en nuestro propio contexto histórico. Ser cristiano es descubrir poco a poco el significado salvador que se encierra en Jesús, irse identificando con las actitudes fundamentales que dieron sentido a su existencia e ir asumiendo su «estilo de vida».
Se trata de creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él le dio, interesarse por lo que él se interesó, defender la causa que él defendió, mirar a los hombres como él los miró, acercarse a los necesitados como él lo hizo, amar a las gentes como él las amó, confiar en el Padre como él confió, enfrentarse a la vida con la esperanza con que él se enfrentó.
Amigos, hemos de aprender a vivir en nuestras comunidades y grupos cristianos de manera dinámica, con los ojos fijos en él, seguir sus pasos y colaborar con él en humanizar la vida. Disfrutaremos de nuestra fe de manera nueva.
Instrumento del Reino: Aquí estoy, Señor, si quieres hacer de mí un instrumento para el anuncio de tu Reino. Haz, Señor, que la comida sea para tener fuerza y servirte mejor; que use de las cosas de este mundo según las necesite, que estudie para conocerte y amarte y para ayudar a mis hermanos; que mi descanso sea para reparar las fuerzas gastadas y servirte mejor. Amén.
Juan Andrés Hidalgo Lora, cmf, José Antonio Pagola, José María Castillo y Directorio Espiritual, CMF.