Evangelio: Juan 6,1-15
Durante cinco domingos consecutivos se interrumpe la lectura del evangelio de Marcos y se nos propone el capítulo 6 del evangelio de Juan. Comienza hoy mismo con el relato de la multiplicación de los panes y continúa, en las próximas semanas, con el célebre discurso del Pan de Vida, pronunciado por Jesús en la Sinagoga de Cafarnaúm.
De todos los signos obrados por Jesús, ninguno ha sido referido tantas veces como la multiplicación de los panes. Todos los evangelistas lo relatan al menos una vez; Mateo y Marcos incluso dos; en total, se narra seis veces.
Fijémonos que en el texto no se usa la palabra multiplicación; el título “multiplicación” no es inspirado; el evangelio solo habla de panes y de peces puestos en común, de su distribución, del resultado, todos recibieron lo que quisieron, y de la recogida de doce canastas, del pan que sobró, signo de un alimento destinado a no acabarse nunca. Esto es todo. El mensaje central del relato no hay que buscarlo, pues, en la multiplicación sino en el compartir.
El relato de Juan comienza con una indicación cronológica: “Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos”. Se trata de un marco teológico ya que Juan quiere que sea leído en la perspectiva de la gran fiesta de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. Con ello se pretende presentar a Jesús como el nuevo Moisés que inicia, con la humanidad, un nuevo Éxodo, un paso de la esclavitud a la libertad, de una condición intolerable e inhumana a la vida verdadera.
La mesa sobre la que se prepara el banquete es original. Se pide a la multitud que se recueste en la hierba verde de un prado. “Había mucha hierba en aquel lugar”, anota el evangelista, y este detalle es significativo porque hace referencia explícita a las palabras del salmo: “El Señor es mi pastor… en verdes praderas me hace reposar” (Sal 23,). Si Jesús hace recostar a sus ovejas “sobre la hierba verde” significa que se presenta como el pastor anunciado por los profetas.
Juan es el único evangelista en señalar que quien ha puesto la poca comida que tenía a disposición de todos era un niño y que su pan era de cebada, el alimento de los pobres. Esto también tiene un valor simbólico: en el evangelio, el niño es el modelo del discípulo; los que quieran entrar en el reino de los cielos deben hacerse como niños.
Ahora resulta claro el mensaje: el niño, pobre, es el discípulo llamado a poner a disposición de los hermanos todo lo que posee. ¡Esta es la gran propuesta; ésta es la clave del milagro!
El relato también tiene connotaciones eucarísticas. La descripción de las acciones de Jesús –”Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió” en referencia a las palabras de la institución de la Eucaristía. Es la manera como Juan recuerda, a sus comunidades de entonces y a las nuestras de hoy, que el problema del pan material está estrechamente vinculado a la celebración de la Eucaristía. Sería un contrasentido partir juntos el pan eucarístico y no compartir el pan material.
Jesús María Amatria, cmf.